Propuestas para renovar
las promesas matrimoniales mensualmente
Muchos matrimonios
renuevan sus promesas matrimoniales al celebrar sus “bodas de plata” o de
“oro”. Pero no hace falta esperar a cumplir 25 ó 50 años juntos para recordar
qué nos llevó a casarnos, qué prometimos aquel día y recordar que desde ese
momento Dios nos unió para siempre.
Basta con marcar en
nuestro calendario cada mes el día que nos casamos y preparar con entusiasmo
una celebración íntima. Si tienen hijos, es la excusa perfecta para
reservar un rato para ustedes solos, un tiempo para hablar y celebrar cada
mes cumplido.
–
¿Puede haber mejor celebración que ir a misa juntos y solos ese día? Eso les hará recordar el momento en el que
se casaron sin los nervios que aquel día les invadían. Volver a
centrarse en cada paso de la liturgia hará que la actualicen en
su interior, haciendo revivir también la ilusión de la boda. Si
pueden acudir a la misma parroquia donde se casaron, están de alguna manera
reforzando el vínculo que les une y que tuvo lugar el día de
su enlace.
–
¿Qué tal si al menos ese día tienen muy presentes las lecturas que
escogieron para el enlace? Lo
escogieran o no, es muy oportuno volver a leer el “Himno a la Caridad” (1 Cor13)
y repasar juntos si con su predisposición, acciones y actitud se
ven reflejado en él:
El amor es paciente,
es servicial;
el amor no tiene envidia,
no hace alarde,
no es arrogante,
no obra con dureza,
no busca su propio interés,
no se irrita,
no lleva cuentas del mal,
no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad.
Todo lo disculpa,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo soporta…
es servicial;
el amor no tiene envidia,
no hace alarde,
no es arrogante,
no obra con dureza,
no busca su propio interés,
no se irrita,
no lleva cuentas del mal,
no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad.
Todo lo disculpa,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo soporta…
–
Dar gracias a Dios por los años juntos. El
día de su boda no podían imaginar el proyecto familiar con el que Dios
les sorprendería. Es bueno que recen juntos dando gracias por
su familia (por cada uno de sus hijos si los tienen) y pedirle que
siga manteniendo su unión enraizada en Cristo.
–
¿Cuántas veces has vuelto a mirar con detenimiento tu anillo de casado en estos
años? ¿Te has parado de nuevo a pensar que
lo que significa para ti, para tu esposo/a y para los demás? Intenta tenerlo
presente ese día para que al verlo en tu mano, te acuerdes de la persona con la
que te casaste y en ese momento reces por él o ella.
– Una nueva
noche de bodas. Preparen un encuentro único y especial para ese día.
Como recuerda el Papa Francisco en Amoris laetitia, la sexualidad
“es un lenguaje interpersonal donde el otro es tomado en serio, con su sagrado
e inviolable valor” (cfr. n.151).
– Rescaten
aquellos detalles del noviazgo como escribir una carta o un poema. Si
su nivel de creatividad es escaso o está oxidado, basta con copiar uno que
defina lo que queremos transmitir. El Papa citó estos versos de Mario Benedetti
en Amoris laetitia, ” (cfr. n.204) que quedarán muy bien con
su propia letra:
Tus
manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sois
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sois
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
– Y
por último, cuando haya pasado el día, preparen con ilusión la celebración del
mes siguiente. Se casaron un día concreto,
pero afianzarse en su proyecto juntos hace que la fuerza del
sacramento sea constante, permanente, diaria. Sean conscientes de esto al menos
una vez al mes.
SOFÍA GONZALO
Fuente: Aleteia