Desde el año 2005, la
diócesis de Datong está sin obispo
La carta va dirigida a las autoridades del gobierno,
reclamando la libertad religiosa, y también clamando a los fieles del mundo:
«Ahora estamos sin cruz, sin la eucaristía en lugares precisos: todo ello
empuja a los fieles a perder la confianza y ya son muchos los que han
abandonado. A futuro, será difícil que la Iglesia tenga algún progreso».
Un grupo de fieles de la diócesis de Datong (Shanxi)
ha difundido una carta abierta y firmada, en la cual se denuncia la creciente
opresión que el gobierno está ejerciendo sobre la comunidad cristiana, tras haberse
implementado la Nueva normativa sobre las actividades religiosas:
cruces destruidas, encuentros cercenados y reducidos al mínimo, la
imposibilidad de conseguir textos religiosos...
En la carta solicitan ayuda para resolver los
«dolorosos dilemas» en que se debaten. Entre éstos, plantea un interrogante al
Vaticano, preguntando si quizás, en su deseo de entablar relaciones
diplomáticas con China, no estarán convirtiéndolos a los cristianos
perseguidos en «chivos expiatorios».
Desde el año 2005, la diócesis de Datong está sin
obispo. Mons. Tadeo Guo Yingong, que inició su ministerio pastoral en 1990, fue
el último obispo en el cargo y falleció en 2005. Mons. Guo pasó 10 años en
campos de trabajo forzado, durante la Revolución Cultural. Actualmente, según
se informa en la «Guía de la Iglesia católica en China», hay 14 sacerdotes al
servicio de la comunidad de fieles.
Carta
abierta – Declaración común
Pensamos que todos estarán al tanto de los
acontecimientos que suceden a nuestro alrededor. Dichos hechos están
fuertemente enlazados con nuestra comunidad de creyentes. A causa de ello, no
podemos permanecer sentados en silencio y despreocupados, y mucho menos podemos
quedarnos de brazos cruzados.
El impulso de nuestra preocupación es en atención al
valor de la libertad religiosa para nuestra fe: es un derecho humano fundamental, que no puede ser violado, prohibido o
eliminado.
Ciertamente, no estamos de acuerdo con muchas
declaraciones y propuestas del gobierno, y tampoco las aceptamos; algunos de
nosotros incluso se oponen a ellas. Pero no es posible que nos sea quitada
nuestra libertad y nuestro derecho por el mero hecho de tener un credo
distinto. Como comunidad de creyentes, estamos incluso más preocupados por la
libertad de expresión, dado que ésta es inseparable de la libertad de religión:
no puede haber una, sin la otra.
Ahora estamos sometidos a vuestro control. La cruz de
nuestra iglesia e incluso la iglesia misma han sido demolidas. La libertad de
los fieles para reunirse ha sido limitada. La Iglesia se ve forzada a aceptar
la guía del gobierno chino. Todas estas cosas nos preocupan y hacen que nos
sintamos desdichados.
Como creyentes, sabemos que el futuro decide sobre el
presente. Con esta carta abierta nuestra, que tiene la forma de una declaración
común, esperamos que ustedes puedan respetar el derecho de la Iglesia, respetar
a cada persona; éste es un nivel mínimo, que no puede ser eliminado.
Shanxi, diócesis de Datong.
Frente a
un doloroso dilema:
1. Desde que se procedió a la implementación de la Nueva
normativa sobre actividades religiosas, el gobierno continúa planteando medidas
restrictivas, prohibiendo, entre tantas cosas, adquirir biblias on-line.
Nosotros preguntamos: ¿dónde podemos adquirir los libros religiosos que
necesitamos? ¿A través de qué canales podemos obtenerlos?
2. El gobierno ya ha reforzado su control sobre nuestra
diócesis, con una severa prohibición de llevar a cabo encuentros con un número
de personas demasiado grande, obligando a celebrar la eucaristía en horarios
preestablecidos: estas prohibiciones nos provocan tristeza. ¿Qué debemos hacer?
3. El gobierno chino está potenciando sus relaciones con
el Vaticano: ¿acaso el Vaticano se rebajará a [sellar] compromisos? Para
establecer las relaciones diplomáticas, ¿nos convertirá en chivos expiatorios?
4.
Frente a estos nuevos pasos de opresión que el
gobierno ha dado, ¿tendremos que mantenernos en silencio, como corderos mansos,
o debemos expresar nuestra oposición?
Ahora estamos sin cruz, sin la eucaristía en lugares
precisos: todo ello empuja a los fieles a perder la confianza y ya son muchos
los que han abandonado. A futuro, será difícil que la Iglesia tenga algún
progreso.
Fuente: AsiaNews/InfoCatolica