Guió a la Compañía de
Jesús de 1965 a 1983
Padre Arrupe jesuita-©-Vatican-News |
La
diócesis de Roma ha abierto la causa de beatificación del sacerdote español
Pedro Arrupe, 28º Superior General de la Compañía de Jesús,
anuncia Vatican News este 26 de julio de 2018. Los Medios del Vaticano
saludan a una figura que “guió la Compañía de Jesús de 1965 a 1983 aportando
una profunda renovación en fidelidad a los principios conciliares”. Conoció
el bombardeo atómico de Hiroshima y trabajó para los refugiados, incluidos los
“boat people” vietnamitas del sur.
Anunciando
la apertura de la causa, el p. Arturo Sosa, asistente general de la Compañía de
Jesús, definió al padre Arrupe como “un hombre de verdad enraizado en Cristo y
dedicado a la misión”, una “figura de gran importancia”, “una persona que ha
vivido la santidad de una manera profunda y original en toda su vida: en su
juventud, como jesuita, como maestro de novicios, como provincial y como
general”.
“La
causa abierta no sólo refleja su gobierno, sino a la persona entera, que fue
capaz de identificarse con el Señor durante toda su vida”, dijo el
Padre Sosa.
Vatican
News da una breve biografía: vasco, nacido en Bilbao el 14 de noviembre de
1907, el p. Arrupe estudió medicina en Madrid, ingresó al noviciado en
1927 y fue ordenado sacerdote en 1936. Su primer destino fue Estados Unidos,
luego Japón, donde permaneció durante veinte años.
El
6 de agosto de 1945, vivió la experiencia catastrófica del bombardeo atómico de
Hiroshima, que lo marcará para siempre, como se puede leer en uno de sus
escritos: “Tan pronto como las baldosas y las explosiones de cristal y de vigas
terminaron de caer y cesó el estruendo, me levanté del suelo y vi el reloj
frente a mí, todavía sujeto a la pared, pero me detuve: parecía como si el
reloj hubiera permanecido clavado. Eran las 8:10. Este reloj
silencioso e inmóvil era para mí un símbolo. La explosión de la primera
bomba atómica puede considerarse como un evento por encima de la
historia. No es un recuerdo, es una experiencia perpetua, que no se
detiene con el tic-tac del reloj. Hiroshima no tiene relación con el
tiempo: pertenece a la eternidad”.
El
p. Arrupe fue elegido en 1965 en la clausura del Concilio, 28º Superior
General de la Compañía de Jesús, y se pone en marcha, durante casi veinte años,
“un proceso profundo y delicado de cambio que provoca grietas y cierta
preocupación”, dijo la misma fuente.
Su
sucesor en 1985, p. Peter Hans Kolvenbach, lo define como “un innovador
que ha abierto muchos caminos nuevos, ha dado un impulso a un nuevo espíritu
misionero en el mundo y ha iniciado una nueva forma de vida consagrada,
siguiendo el ejemplo de los apóstoles”. El p. Arrupe de hecho ha
acentuado el servicio prestado por los jesuitas en todo el mundo, con especial
atención a los más pequeños y por la justicia social. De África a Asia y a
Europa, fue bajo su intuición que nació el “Servicio Jesuita a Refugiados”.
El
7 de agosto de 1981 de agosto sufre una grave trombosis cerebral al regresar a
Roma de un viaje a Filipinas y Tailandia. Como consecuencia, pierde buena parte
de la capacidad de comunicarse y la movilidad del lado derecho. Murió el 5
de febrero de 1991, viviendo en oración esta vez de la enfermedad.
El
Papa Francisco ha rendido varias veces homenaje a la “visión profética” del
Superior General, recogiéndose en su tumba en la iglesia de Gésù en Roma y
alentando así a los antiguos alumnos y estudiantes de escuelas o universidades
jesuitas en septiembre de 2016: “la Iglesia necesita que aprovechéis el coraje
y el ejemplo del Padre Arrupe”.
Dos
veces en sus homilías en Santa Marta, evocó esta anécdota contada por el
padre. Pedro Arrupe, invitado por un hombre rico para recibir dinero para
las misiones en Japón. La entrega del sobre tuvo lugar delante de
periodistas y fotógrafos. Arrupe dijo que ese día sufrió una “gran
humillación” pero aceptó el dinero “para los pobres de Japón”. Cuando
abrió el sobre, “había 10 dólares en él”. Y el Papa arremetió contra “esta
espiritualidad de los cosméticos, donde uno quiere parecer ‘bueno, hermoso’
Fuente:
Zenit