Curiosas tradiciones en
torno a la muerte de un sacerdote
Entre
los que leyeron mi
panegírico en honor A un fallecido párroco muy querido, hubo
quienes se intrigaron por una referencia concreta. Algunos me preguntaron “¿Qué
es una ‘misa de traspaso’?”.
Pensé
que es una buena oportunidad para recuperar una publicación de hace algunos
años que explica las costumbres relativas al funeral de un sacerdote,
incluyendo dicha particular misa.
El
sacerdote Joshua Janko escribió sobre este tema en un blog hace unos años:
¿Cuáles
son algunas de las prácticas tradicionales que acompañan el fallecimiento
de un sacerdote?
Bueno,
empezaré explicando una práctica tradicional que fue parte de mi propia
ordenación. La costumbre establece que el obispo consagre con aceite las manos
del sacerdote recién ordenado. Poco después, limpia sus manos consagradas con
un paño blanco llamado maniturgium. El recién ordenado presenta el maniturgium a
su madre en su misa de Acción de Gracias.
Tradicionalmente,
esta prenda blanca se entrega a la madre del nuevo sacerdote para simbolizar la
ofrenda de su hijo al servicio de la Iglesia. El padre Zimmer y el padre
McCormack probablemente dieran estas telas blancas a sus propias madres y
habrían sido enterradas con ellas de haber fallecido antes que sus hijos. La
tradición dice que cuando la madre de un sacerdote llega a las puertas del Paraíso,
san Pedro pregunta: “¿Qué diste a Dios durante tu vida?”, a lo que la madre
puede responder: “Di a Dios uno de mis hijos”.
Otra
costumbre cuando fallece un sacerdote es que se le entierre con su hábito de
sacerdote añadiendo una casulla blanca. En la misa funeral del padre
Zimmer el sacerdote compartió con los presentes en la homilía que él mismo
había sido acompañado por el padre Zimmer en el día de su ordenación.
Luego pudo ayudar a arreglar el cuerpo del padre Zimmer en la preparación
de su funeral.
Además,
la cubierta del ataúd de un sacerdote queda abierta durante las horas de visita
para que familia, amigos y todos los fieles a quienes el sacerdote sirvió
durante los años puedan presentar sus últimos respetos y decir una oración. El
padre McCormack fue vestido con la vestidura blanca que llevó el obispo
Higi durante la consagración de la nueva iglesia de Saint Alphonsus Liguori en
2004.
Algunos
se habrán percatado durante las horas de visita que había Caballeros de Colón
de Cuarto Grado situados cerca del cuerpo del padre McCormack. Y es que el
sacerdote también era Caballero de Cuarto Grado y antiguo capellán de Nuestra
Señora del Perpetuo Socorro.
También
hay varias tradiciones y prácticas en torno al cáliz de un sacerdote fallecido. A
menudo, cuando se ordena un sacerdote, su familia le apoya contribuyendo con el
cáliz que usará en su ministerio, especialmente cuando celebra la misa.
El
cáliz de un sacerdote tiene un gran valor sentimental. En esencia, hay un
legado conectado al cáliz de un sacerdote, así que es una costumbre tradicional
que un sacerdote legue su cáliz a otro sacerdote o a algún hombre que estudie
para ser sacerdote (un seminarista), de forma que el “legado” del ministerio
del sacerdote difunto siga viviendo.
Por
ejemplo, el cáliz que mi familia me ayudó a conseguir antes de mi ordenación en
2006 tiene símbolos e imágenes que me han ayudado a concentrarme más aún cuando
celebro la misa.
Cuando
buscaba un cáliz, terminé encontrando uno antiguo y precioso que solo
necesitaba un poco de restauración para empezar a darle un buen uso. De hecho,
mi cáliz había sido utilizado durante muchos años antes que yo por otro
sacerdote. No conozco su nombre, pero sea quien sea, le recuerdo en mis
oraciones en la misa.
En
cierto sentido, su legado perdura porque sigo utilizando su cáliz hoy día. El
cáliz, al igual que algunas vestiduras de los sacerdotes, es muy importante en
la vida de un cura. Después de la muerte de un sacerdote, se espera que el
cáliz siga siendo usado por otros sacerdotes al celebrar la liturgia.
(…)
Y por último, mencionaré una última costumbre relativa a la posición del
sacerdote en su propio funeral. Normalmente, el cuerpo se coloca con los
pies de cara al altar. Sin embargo, en el funeral de un sacerdote, el ataúd se
coloca con la cabeza en dirección al altar. Así simboliza la posición que el
sacerdote ocupaba al celebrar la misa, de forma que ocupe esa misma posición en
su última misa, su propia misa fúnebre. Porque según se dice en Salmos 110, 4:
“Tú eres por siempre sacerdote, según el orden de Melquisedec”.
Otro
detalle es la conocida como misa de traspaso, que el padre
John Trigilio ya explicó hace unos años con estas palabras:
La
misa de traspaso es una misa funeral por un sacerdote el
día/tarde/noche antes del día del entierro. Se la llama “de
traspaso” porque el cuerpo se transfiere desde la funeraria hasta la
iglesia donde el sacerdote queda a disposición de ser visitado en el ataúd
abierto. Así se permite que los feligreses y los hermanos sacerdotes vean al
difunto en su iglesia (donde el sacerdote hace su obra más importante en vida).
La
misa del día antes permite también que vayan más personas al funeral, ya que
suele ser en la noche del día antes del entierro y muchos feligreses y
sacerdotes no pueden asistir a la misa de difunto el mismo día del entierro.
Puesto que un sacerdote ofrece el santo sacrificio de la misa, es un honor
final que se le concedan dos misas en su muerte; la misa de
traspaso y la misa de difunto.
¡Reza
por todos nuestros seres queridos fallecidos!
Greg Kandra
Fuente:
Aleteia