Este domingo se celebra la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. En el ángelus, Francisco ha denunciado «el escándalo» de los recursos empleados en la fabricación de armas
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Foto: CNS photo/ Vatican Media. Dominio público |
Este domingo, durante el rezo del ángelus, el Pontífice ha puesto el acento en uno de los males que más aflige a los mayores: la soledad. El lema de este año es, «En la vejez no me abandones», y precisamente sobre esto Francisco ha abundado este domingo. «El abandono de los ancianos es una triste realidad a la que no tenemos que acostumbrarnos. Para muchos de ellos, en estos días de verano, la soledad puede convertirse en un peso difícil de soportar. La jornada de hoy nos llama a escuchar la voz de los ancianos que dicen: “no me abandones”. Y a responder: “no te abandonaré”», ha insistido el Papa.
Ha pedido también que se refuerce la relación entre abuelos y nietos, entre jóvenes y mayores, porque «nuestro futuro depende mucho de cómo los abuelos y nietos aprendan a vivir juntos». «Digamos “no” a la soledad de los ancianos», ha repetido.
Antes de despedirse de los fieles y peregrinos en la plaza, el Papa ha denunciado una vez más que el gasto en armamento no hace más que crecer «quemando recursos». «Esto es un escándalo que la comunidad internacional no debería tolerar y que contradice el espíritu de fraternidad de los Juegos Olímpicos que acaban de empezar», ha lamentado.
La propuesta de tregua olímpica de Francisco, el Comité Olímpico Internacional, la ONU, el G7 y 30 premios Nobel, entre otros, parece haber caído en saco roto.
Ofrecer, agradecer y compartir
En su alocución previa al rezo del ángelus, el Papa ha reflexionado sobre el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Francisco ha asegurado que en este pasaje intervienen tres gestos que se repiten en la Última cena: ofrecer, agradecer y compartir.
Ha explicado que el muchacho que ofrece los cinco panes y los dos peces, entrega todo lo que tiene de bueno, aunque parezca poco. «Es un gesto que puede parecer poca cosa si pensamos en las inmensas necesidades de la humanidad, al igual que los cinco panes y los dos peces ante una multitud de miles de personas; pero Dios hace de él la materia para el milagro más grande que existe, aquel en el que Él mismo se hace presente entre nosotros para la salvación del mundo», ha dicho el Santo Padre. En la Eucaristía este gesto se reproduce con la entrega del pan y el vino en el altar.
En consecuencia, llega el agradecimiento que nos conduce a entregarle a Dios nuestro amor. En la Misa es el momento de la bendición. «¿Qué puedo dar al Señor? Nuestro pobre amor, el Señor lo recibe», ha improvisado Francisco.
El tercer gesto es compartir. En la celebración eucarística es la comunión, cuando participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo. «Es un momento muy hermoso que nos enseña a vivir cada gesto de amor como un don de la gracia, tanto para quien da como para quien recibe», ha comentado el Papa.
Por último, como cada semana, el Pontífice ha dejado algunas preguntas para la reflexión personal, tales como si agradecemos al Señor nuestros dones, los compartimos y si ese compartir nos enriquece.
Ángeles
Conde Mir
Fuente: Alfa y Omega