Cuatro carismas
Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
La Eucaristía
previa a la elección de Priora fue presidida por D. Amadeo. En la homilía, nos
habló de algo que me impactó muchísimo. Citando a un autor jesuita, compartía
con nosotras que, para que una comunidad esté en marcha, tiene que haber en
ella cuatro carismas.
Comenzó a
explicarnos los cuatro:
Uno es el
profeta, aquella persona visionaria, que vislumbra el camino a seguir, que sabe
discernir los signos de los tiempos, que alza la voz para mostrar el camino que
ve y, aunque es un poco “incómodo”… en una comunidad es necesario.
También está el
poeta, que es aquel que sabe “cantar” el presente mostrando todo lo bueno que
hay en ello, que no se queda en lo malo sino que trasciende siempre a ver y
mostrar lo bueno.
Otro carisma es
el sanador, que es aquella persona que tiene un don para ver a los demás, para
darse cuenta del que se queda rezagado, que sabe tener una palabra de aliento
para el enfermo, que sabe escuchar, animar…
Y también está
el regente, que es el que tiene el don de aunar a los otros carismas.
Me encantó
aquella descripción que hizo, sentía que casaba muy bien con la experiencia
vivida en estos años. Podía ver claramente a mis hermanas según iba citando
unas características u otras. Y lo mismo que se dice de una comunidad es para
una familia, para una parroquia, para un grupo de amigos…
Y es que el
Señor es tan original que no ha creado a dos hombres iguales, a cada uno nos ha
dado nuestra peculiaridad, porque cada uno de nosotros hemos sido soñados,
amados por Él y nos ha dado los dones que ha querido.
Y así nos ha
entregado una misión diferente a cada uno, muy acorde con la forma de ser que
nos ha regalado, y es que cada uno tenemos algo bueno que dar a los demás.
¡Todos! Nadie se puede excluir de ello, pues si hay algo que todos sí tenemos
en común es que el mismo Dios nos ha regalado la capacidad de amar.
El mismo Jesús
escogió a doce apóstoles, y cada cual era distinto a los demás, con una
historia diferente, con unas raíces u otras, pero los unía una misma llamada,
un mismo fin: llevar al mundo entero la Buena Noticia de la Salvación.
Hoy el reto del
amor es preguntarle al Señor qué quiere de ti. Pregúntale cuál es tu misión en
tu casa, entre tus compañeros, en la comunidad o incluso en el trabajo… Cuando
Él nos muestra con un poco de claridad la misión que quiere sobre nuestra vida,
de pronto es como si se abriera un camino ante nosotros. Él mismo nos ha
llenado de Su Gracia para recorrerlo, solo tenemos que adentrarnos en ello.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma