A pesar de registrar pérdidas, el balance tiene una parte positiva, pues las previsiones adelantaban un saldo negativo de entre 68 y 148 millones
Foto: CNS/photo Vatican Media |
La Santa Sede
ha publicado este sábado el balance económico correspondiente al año 2020, que
arroja un déficit de 66,3 millones de euros, una cifra que mejora las propias
previsiones: 68 millones en el mejor de los casos y 148 en el peor.
«El resultado
ha sido un poco mejor que el mejor escenario, y mucho mejor del previsto en el
presupuesto revisado (82 millones). La buena noticia es que con los esfuerzos
hechos los resultados han quedado muy parecidos a un año normal», ha
afirmado Juan Antonio Guerrero, prefecto de la Secretaría para la
Economía en una entrevista en Vatican News.
Según Guerrero,
las cuentas se han visto afectadas por la reducción del rendimiento de las
inversiones financieras –51,8 millones menos– y por el resultado extraordinario
–17,8 menos–. Así, el déficit ordinario –el que no tiene en cuenta estas
partidas– es menor que en 2019, concretamente en 14,4 millones de euros.
Hay que tener
en cuenta que este balance no incluye instituciones como Governatorato de la
Ciudad del Vaticano, el Instituto para las Obras de Religión (IOR) ni otros
entes, entre hospitales, fundaciones y diversos fondos. De hecho, ha explicado
Guerrero, si se uniesen, «el panorama sería peor». «Los entes de la Santa Sede
no buscan beneficios, no son lucrativos. Muchos tienden a ser deficitarios
porque prestan servicios que no se financian completamente. Hay un trabajo
importante que hacer en la mejora de la sostenibilidad», ha añadido.
Descenso de
ingresos por falta de visitantes y situación económica
En total, los
ingresos disminuyeron en 58,5 millones, esto es, casi un 20 %. Una caída que
tiene que ver en su totalidad con los ingresos que generan los visitantes y con
la situación económica. Como dato positivo, cabe reseñar que la cantidad que
proviene de donaciones apenas ha descendido.
Si las cifras
son mejores de lo esperado es por la reducción de gastos. Los ordinarios han
bajado de 306,5 a 280,7 millones. La mayor reducción se ha producido en viajes
y eventos (6,2 millones), seguido del ámbito comercial (4,9), obras de
mantenimiento (4,6), nunciaturas (cuatro) o servicios de consultoría (1,6). El
único capítulo que no ha disminuido es el de impuestos.
«El tiempo dirá
en qué medida la COVID-19 ha cambiado nuestros modos de trabajar, celebrar y
estar juntos. Y como ya decía antes, el COVID-19 nos ha dado la posibilidad de
poder prestar una ayuda nueva en un momento de dificultad para toda la
humanidad, haciendo a la Iglesia presente en las zonas con menos recursos para
enfrentar la pandemia. La economía ha ido peor, pero la misión se ha ampliado.
Una muestra más de que los criterios que mueven a la Iglesia no son
económicos», ha concluido Guerrero.
Primer balance
de la APSA
Además de las
cuentas de la Santa Sede, este sábado también se ha hecho público el balance de
la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA). Es la primera
vez que lo hace desde su creación y llega unos días antes de que comience el
juicio por el caso Becciu por la compra de un inmueble en Londres.
Según recoge Vatican News, las ganancias descendieron en 51
millones, al igual que la aportación de este organismo a la Curia Romana, que
pasó de 41 a 20 millones. En total, las inversiones financieras suman un total
de 1.778 millones.
El informe
recoge la labor de la APSA durante la pandemia y muestra cómo las actividades
económicas que promueve –incluidos alquileres de prestigiosos edificios en
París y Londres– hicieron posible que un edificio histórico en Roma, el Palacio
Migliori, se convirtiera en un centro para personas sin hogar gestionado por la
Comunidad de Sant’Egidio.
El concreto, se
da cuenta de la compra de una propiedad cerca del Arco del Triunfo en París por
13,47 millones de euros en 2017. Además de la rentabilidad bruta conseguida, un
2,87 %, el comprador destinó parte de los ingresos a la construcción de una
iglesia en un barrio pobre de París.
«Las
actividades que todos en la APSA estamos poniendo en marcha van más allá de las
graves consecuencias de la crisis pandémica. Nuestras energías se dirigen a una
administración creíble y fiable, además de eficaz y eficiente, dejándonos guiar
por procesos de racionalización, transparencia y profesionalidad requeridos
también por el Papa Francisco», ha afirmado el presidente del organismo, Nunzio
Galantino.
Una de ellas
será un proyecto para recuperar viviendas vacías, de modo que puedan ser
ocupadas y, por tanto, conseguir rentabilidad. Las obras del primer lote –en
total son un centenar de pisos– comenzarán a principios del próximo años.
Fran Otero
Fuente: ACI Prensa