Hoy se acaba el calendario: se
han terminado los días en la agenda, toca cambiar, todo será nuevo.
Ha sido un año especial, nadie se
podía imaginar lo que hemos vivido, cómo a todos nos cambió la vida de un día
para otro y empezamos a vivir de otra manera, con sus cosas malas y buenas,
pero, seguro, diferentes.
Me gustaría invitarte a que
bautices el 2020, qué ha sido lo que más te ha marcado, lo que ha dejado huella
en ti.
Te comparto lo que a mí me ha
marcado: descubrir, de una manera vivencial, el corazón de Cristo.
Antes del mes de marzo, el
Corazón de Jesús era para mí una devoción que me recordaba a mi abuela, que lo
tenía en el salón, pero poco más. También veía personas que llevaban en el
móvil el Detente, sabía lo que era... pero nada más.
Entendí, no con la cabeza, sino
con el corazón, de un modo vivencial, cómo el corazón de Cristo vive y está
vivo, cómo su amor está entregándose continuamente por nosotros y cómo ese amor
nos quiere cuidar; pero necesita de nosotros nuestra libertad, necesita que le
abramos la puerta y le dejemos entrar. Porque su Amor está constantemente
entregándose, pero Él no puede entrar en ti si tú no le dejas.
Me rendí una vez más a este Amor
y le dije que quería que su Corazón fuera mi escudo, donde me refugiara. Y así
ha sido. Suena a locura, pero descubrir todas las promesas de este Corazón me
cautivó.
Y empecé a diseñar el corazón de
Jesús y el Detente en medallas, en pulseras, el cojín para niños, en baldosas
fluorescentes que brillan en la oscuridad para que Jesús venza a las tinieblas,
también imanes para la nevera... Quería poner el Detente en todo, quería que su
Corazón lo llenara todo y así lo extendimos a todos los que entraban en
contacto con nosotras.
Si ahora ves mi móvil, en la
carcasa llevo el corazón de Cristo. También llevo al cuello la medalla, y cada
día le pido a su Corazón que no me suelte ni medio minuto.
Algo muy impresionante fue que,
al poco tiempo, empezaron a llegar testimonios de personas que llevaban la
pulsera del Detente y sentían la protección de Cristo. Y es que Cristo no es
una idea, es una persona viva y vive con nosotros, y nada de lo que estamos
viviendo es ajeno a Él, al revés. Por ello, el año 2020 lo he bautizado como
“el año del corazón de Cristo”.
Hoy el reto del amor es bautizar
el 2020. Párate un ratito a orar y da gracias por todo lo vivido, por todo lo
bueno que hemos tenido. Pídele al Señor hoy por todo lo que tienes en el
corazón: que este año que empezamos, Él lo transforme.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma