Sudán del Sur tiene 12 millones de ciudadanos. Pero, alrededor de 2 millones son refugiados en los países limítrofes y 2,5 millones son refugiados internos, es decir, han tenido que dejar sus propias casas para marcharse a zonas más seguras.
El nuevo Estado celebró su independencia de Sudán en 2011, después de un largo conflicto de más de 20 años. Nueve años después el país sigue sumido en la violencia.
Catástrofe humanitaria olvidada por la comunidad internacional
La Comisión de
Derechos Humanos de la ONU en 2016 denunció un proceso de limpieza étnica en
varias zonas con incendios de poblados, violaciones de grupo y la perversa
estrategia bélica de matar de hambre al adversario.
La guerra civil ha dejado 400.000 muertos. Aproximadamente, 6 millones de personas dependen de las ayudas alimentarias directas del Programa de Alimentos de las Naciones Unidas (World Food Program).
Asimismo, la
ONU sostiene que en el país más joven del mundo, la población civil tiene a su
alcance poco más o menos 700
mil armas ligeras.
En suma, se trata de una catástrofe humanitaria que hizo ‘arrodillar’ hasta al mismo papa Francisco que desea visitar el país apenas sea posible. «Es una situación complicada por el sufrimiento tan profundo de su pueblo. Por lo tanto, la paz es necesaria para que todo esto termine lo antes posible y regresen los
refugiados a sus
casas […] y para tratar de volver a una vida normal».
La guerra interna
¿Cómo llegó
una nación rica de petróleo y recursos naturales a tal emergencia humanitaria?
El conflicto se desencadenó en 2013. Antes de la navidad de ese año, el presidente Salva Kiir destituyó
a su vicepresidente, Riek
Machar, a quien acusó de haber tramado un golpe de Estado
fallido a su gobierno.
Estos líderes
pertenecían al mismo partido, el Ejército
de Liberación del Pueblo de Sudán. Sucesivamente, los militares
se dividieron y empezó la crisis política con el derrame de sangre y la
violencia en las calles y aldeas.
Asimismo, el
conflicto tomó tintes étnicos, con la rivalidad entre la etnia dinka, mayoría en el país, a la
que pertenece Salva Kiir y los nuer,
al que pertenece Riek Machar.
En 2015, se
llegó a un frágil acuerdo de paz. La hoja de ruta preveía el retorno de Machar al país y su
reincorporación como vicepresidente a un gobierno de unidad presidido por Kiir. Tres meses después de
su regreso en abril, Machar fue expulsado del gobierno y el conflicto estalló
de nuevo en julio de 2016.
La crisis política cumplirá
el próximo mes de diciembre: siete
años (13 diciembre de 2013). Paolo Impagliazzo reconstruyó los
pasos ‘lentos’ pero necesarios dados hasta ahora por los grupos rivales en el
nuevo proceso de paz.
‘Trabajo
artesanal’ para salir de la crisis
El 12 de
septiembre de 2018 se firma el Acuerdo
en Addis Abeba entre los dos partidos más importantes de
Sudán del Sur en guerra. En ese primer Acuerdo algunos grupos se quedaron
fuera.
El 11 de abril
de 2019, en el marco de un retiro espiritual en el Vaticano, el papa Francisco
realiza un gesto inesperado, sorpresivo e impactante a favor de la paz del
martirizado país africano. El
Papa se arrodilla para besar los pies de los líderes sudaneses.
En enero y
febrero de 2020, la Comunidad de San Egidio trabaja para que los grupos que no
firmaron el Acuerdo de 2018 adhieran a un cese al fuego y a un diálogo
político. Así, el proceso prosigue involucrando a los militares para verificar
cuando se viola el silencio de las armas, este punto es «muy importante»,
destaca Impagliazzo, para continuar a dialogar.
En octubre de
2020 en Roma, después de una pausa obligada por el coronavirus, la Comunidad de
San Egidio convoca a una nueva mediación entre las dos partes en conflicto. Un
paso adelante en esta nueva etapa ha sido la «construcción de un mecanismo para
el cese al fuego», explica el experto.
Para presentar
los resultados, el 14 de octubre, el secretario general Paolo Impagliazzo
estuvo acompañado por el delegado del gobierno de Sudán del Sur, Benjamin Barnaba y
por el general Thomas
Cirillo Swaka, líder del Movimiento de oposición de Sudán del Sur (Ssoma),
una coalición de fuerzas que no se adhirió a los acuerdos de paz de Addis Abeba
de 2018.
Durante el
coronavirus, se volvieron a disparar y hubo mucha violencia en Sudán del Sur,
protagonistas los grupos que no han firmado el Acuerdo y aquellos que si lo
hicieron, comentó el experto. En octubre, la mediación de San Egidio tuvo el
objetivo de silenciar las armas y volver a negociar.
Próximamente,
del 9 al 12 de noviembre, y el 30 del mismo mes, en la sede de la Comunidad en
Roma, se organizarán nuevos encuentros para retomar el diálogo de paz con los
protagonistas de las acciones militares y para insistir en el respeto del alto
al fuego.
El gesto del
Papa comentado por líderes sudaneses
En este
contexto, «el gesto del Papa ha sido acogido por el pueblo de Sudán del Sur con
gran esperanza. Por otro lado, los líderes siempre se acuerdan de este gesto,
así fue durante el último encuentro de octubre (en la sede de la Comunidad de
San Egidio en Roma)’.
‘Nosotros nos avergonzamos por
no haber respondido aún al gesto (de paz) del Papa’. Es decir, debemos actuar
más rápido, debemos llegar a un Acuerdo para poner fin a la hostilidad. Por
ende, ellos lo tienen marcado en la mente y sienten turbación por no haber
respondido concretamente y definitivamente al gesto».
Los líderes
sudaneses comentan el gesto del Papa como la última oportunidad que tienen. «¿A quién podemos pedir ayuda, después que
el Papa ha hecho un tal gesto hacia nosotros? Y la respuesta que se dan es: ‘¡A
nadie!’ Es la autoridad moral más importante del mundo, debemos responder a
él», reconstruyó
Paolo Impagliazzo.
Otro gesto
que cita a Juan XXIII
Impagliazzo
también nos cuenta más detalles inéditos de lo ocurrido en el retiro espiritual
en el Vaticano de abril de 2019. Los líderes de Sudán del Sur «quedaron muy
impresionados por la dedicación que el Papa Francisco ha escrito en la Biblia
que ha donado a los participantes de ese retiro y que dice:
“Piensen,
todos no en lo que divide y separa a los hombres, sino en lo que puede unirlos
en la mutua y justa comprensión y estima recíproca” (San Juan XXIII, Ad Petri
Cathedram, el 29 de junio 1959).
«Precisamente,
los encuentros en la sede de la Comunidad de San Egidio obedecen a este
espíritu vivido en la sabiduría de la Iglesia y de San Juan XXIII.
Ciertamente, todavía no se va tan rápido como se quisiera, pero los líderes sudaneses
tienen en la conciencia, el recuerdo imprimido del gesto simbólico del Papa
Francisco», comenta Impagliazzo.
Un país
cristiano
Respecto a la
fe, «Sudán del Sur es un país cristiano, donde conviven tantas denominaciones
cristianas: los anglicanos, los presbiterianos, los evangélicos, pero los
católicos son la mayoría. También están los animistas y algunos musulmanes».
«Pero, los católicos son una presencia importante. Es suficiente pensar que el
nombre del presidente del Sudán del Sur, Salva Kiir, significa ‘el salvador’.
Los misioneros
católicos fueron los que abrieron las escuelas, inauguraron hospitales, dieron
la posibilidad a muchos sudaneses de estudiar en la universidad a través de
becas, además de una presencia importante de los cristianos en varios ámbitos
de la sociedad, donde la figura del papa es muy venerada”.
San Juan
Pablo II sigue inspirando la búsqueda de la paz
La Comunidad
de San Egidio aplica también- según Impagliazzo – la sabiduría de la
experiencia madurada por san Juan Pablo II en la Jornada de oración por la Paz
que cumplió su 34 edición este año, resumida en esta frase dirigidas a los
líderes de las religiones del mundo:
«La paz es una
obra en construcción abierta a todos, no sólo a los especialistas, sabios y estrategas.
La paz es una responsabilidad universal: pasa a través de mil pequeños actos de
la vida diaria» (Juan Pablo II, 27 octubre de 1986).
También en
esta línea se encuadra «el gesto profético del papa Francisco, invitando en el
Vaticano a los líderes del Sudán del Sur», con el cual «ha puesto en el centro
de la escena internacional y de la vida de la Iglesia, esa ‘periferia’ que vive
un conflicto y que antes estaba olvidada».
«Nosotros
quisimos responder a este gesto del Papa ayudando el país a perseguir una
estabilización y apoyando este proceso de paz para que pueda ser lo más
inclusivo posible, evitando provocar más confrontación. Es importante que todos
los protagonistas del país puedan tener un espacio político en el cual puedan
confrontarse».
Cómo se hace
el verdadero diálogo…
Para entablar
un verdadero diálogo «no debemos eludir las dificultades y las discrepancias.
Para nosotros, como San Egidio, es importante no presentar a las partes (en
causa), digamos, ‘soluciones preempaquetadas’.
Es
fundamentalmente importante que haya debate, siempre respetando el lenguaje,
respetando la contraparte, dar tiempo y forma para que cada uno exprese el
propio punto de vista.
Y en esta
construcción, no hay que tener prisa o decir: ‘bien, ésta es la solución, aquí
está la receta’ – ¡No! – Es un camino que se construye juntos, con personas que
se confrontan que a lo mejor parten desde puntos de vista diametralmente
opuestos políticamente.
Por lo tanto,
es necesario que acontezca una confrontación verdadera, real, no que se
fabrique una solución que no es practicable y no sea respetada.
Credibilidad
de laicos comprometidos con la paz
En esta
mediación y como en las otras, la
Comunidad de San Egidio es considerada bastante neutral, es un
lugar confidencial donde las personas se pueden confrontar. Todos los
protagonistas (del diálogo) saben que nosotros no tenemos algún interés
económico o militar.
En este caso,
nosotros no recibiremos algo de Sudán del Sur. Y este compromiso gratuito es
percibido de forma muy positiva. Porque efectivamente nuestra presencia y
nuestra mediación es gratuita. No tenemos otro interés que la paz.
La idea
primordial es que cuanto antes se llegue a la paz con mayor probabilidad se
encontrará una solución para los tantos pobres.
Nuestro
fundador, Andrea
Riccardi, nos dice con extrema síntesis: ‘La guerra es la madre de todas las pobrezas‘.
Nosotros por lo tanto, no tenemos, ningún otro interés sino que llegue la paz.
Por tanto, nuestros interlocutores nos perciben como un ‘mediador creíble’, sin
intereses”.
El anhelado
viaje del Papa a Sudán del Sur
El papa
Francisco ha dicho varias veces que quiere visitar Sudán del Sur, junto al
Arzobispo de Canterbury, Justin
Welby, porque la solicitud de una visita (apostólica) ha
llegado del Consejo
Ecuménico de las Iglesias, un organismo que reúne a todas las
iglesias cristianas de diversas denominaciones y sus líderes.
«Ciertamente,
el Papa y el Arzobispo de Canterbury tenían la idea de sostener con esta visita
el proceso de paz que ha ido, lamentablemente y dolorosamente, a un ritmo algo
lento. Creo que el Papa apenas le sea posible irá a visitar Sudán del Sur y
considero que su presencia será de gran esperanza para muchos.
Se espera que
el Acuerdo de paz comience a echar raíces y encete a crecer el fruto maduro de
la paz. Lentamente algo emerge. Creo que el Papa a lo mejor espera que este
árbol de la paz crezca un poco más robusto. Pero, ya el proceso ha seguido
adelante. El Papa sabrá cuando será el mejor momento».
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia