Cuando
el tiempo no cura
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Seguro
que alguna vez, por miedo, has alargado una situación para ver si se
solucionaba sola... y lo único que se consigue es que empeore. Esto es lo que
me ha pasado a mí.
Una
de las cosas que me dan más miedo es el dentista. Hace un tiempo se me rompió
una muela. No dije nada por miedo a tener que ir. Pensé que con el tiempo se me
pasaría. Al fin y al cabo, aunque me dolía un poco, a ratos se me pasaba.
La
cuestión es que cada vez ha ido a más... hasta que ya ayer me tumbó: el dolor
era insoportable.
Al
contar que tenía la muela rota, todas me preguntaban que por qué no había ido
al dentista. “Porque tengo miedo”, respondí. Pero no me entendían; me decían
que no era para tanto, que solo notas el pinchazo... Al final me di cuenta de
que el miedo no se entiende, y que el miedo no cura las situaciones.
Y
cuántos acontecimientos vivimos en los que sufrimos de miedo... Además, el
miedo nos paraliza, porque sentimos la presencia de un peligro, ya sea real o
imaginario.
Jesús,
en el Evangelio, les dice a los discípulos: “No tengáis miedo, soy yo”. La
presencia de Jesús les da paz y les quita el miedo que tienen.
Hoy
me tocará bajar en debilidad al dentista, pero me agarraré a mi Cristo
Crucificado; le pediré que me quite el miedo y me dé fuerzas. Porque el miedo,
cuando le enfrentamos, desaparece. Pero la manera de enfrentarle es con la fe.
Hoy
el reto del amor es orar antes de mirar de frente esa situación que te da
miedo. Y, después, da un pequeño paso para solucionarlo. No lo dejes para más
adelante, porque el miedo no soluciona nada, Cristo está contigo para
solucionarlo. Agarra su mano fuerte.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma