Conocer
no es lo mismo que determinar
Tengo una duda teológica:
con respecto al término omnisciencia, ¿cómo se puede explicar que Dios todo lo
sabe cuando hay seres con libre albedrío que pueden determinar qué hacer y cómo
comportarse en su entorno? Sabemos que la omnisciencia se refiere a saber todo
acerca de la creación y sus formas; pero, ¿cree usted que la omnisciencia
alcanza la libertad de pensamiento y acción que tienen los hombres que
repercute en las decisiones que ellos mismos toman? Por ejemplo, ¿Dios sabe si
uno va a ser pobre o rico?”.
Te
agradezco por tu consulta pues permitirá resolver una cuestión filosófica que
en algún u otro momento ha atormentado a muchos: cómo conciliar la Omnisciencia
divina con la libertad humana. En efecto, son varias las personas que se han
preguntado cosas tales como “¿Cómo podemos tener libre albedrío si Dios ya sabe
lo que vamos a hacer?” o “¿Cómo puede Dios saberlo todo si es que tenemos libre
albedrío?”.
Pues
bien, comencemos con la definición de Omnisciencia. En mi libro ¿Dios existe?:
El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer especifico la
definición de cada uno de los atributos divinos y cómo se deducen lógicamente a
partir del concepto de Dios. Respecto de la Omnisciencia escribo que “Se dice
que un ser es omnisciente en cuanto tiene en sí la plenitud y totalidad del
conocimiento” (1). En consecuencia, absolutamente nada de lo existente y sus
formas puede caer fuera del conocimiento divino. Dios lo sabe todo.
Ahora,
pasemos a la cuestión: ¿hay contradicción necesaria entre la Omnisciencia y el
libre albedrío? De ningún modo. Y esto por una razón muy sencilla: porque un
acto libre puede ser perfectamente conocido como precisamente eso, como “acto
libre”, y, por tanto, el que se lo conozca no le quita en nada su cualidad de
tal. Pongámoslo con un ejemplo sencillo: imaginemos que vemos en la calle a
alguien que libremente está pateando a otra persona, ¿el hecho de que lo
estemos viendo quita en algo que su acto sea libre? No. Conocemos su acto como
acto libre, y punto. El hecho de que nosotros veamos (conozcamos) el acto de
esa persona no implica que nuestro conocimiento lo haya determinado a hacer eso
sino que la determinación de su acto viene de su voluntad.
Pero
aquí alguno podrá objetar: “Oh, bueno, pero con el caso de Dios es diferente
porque él conoce todas las cosas desde antes que sucedan”. Aquí la clave del
problema está en la palabra “desde antes”. Sucede que con tal tipo de cláusula
se está diciendo como que el conocimiento de Dios es algo que se desarrolla en
el tiempo conforme a un esquema de pasado-presente-futuro respecto de distintas
cosas. Pero no es así pues Dios y su conocimiento, que se identifica con su
ser, no está ni existe en el tiempo sino de modo trascendente al tiempo. A
diferencia de lo que sucede con nuestros procesos cognitivos, Dios “ve las
cosas simultánea y no sucesivamente” (2). Así que Dios no conoce en un “antes”
en el sentido temporal sino que desde su conocimiento eterno abarca en un solo
acto todos los sucesos temporales.
Pongamos
un ejemplo adicional para ilustrar bien este último aspecto. Imaginemos que,
por alguna razón, se me concede el don de la Omnisciencia y, por tanto, tengo
simultáneamente el conocimiento de todo lo pasado, presente y futuro. Dentro de
eso conozco, por ejemplo, que para el año 2080 un joven X elegirá libremente
casarse con una muchacha Y. Ahora, sucede que estoy conociendo tal acto como
acto libre. El joven podría haber elegido casarse con cualquier otra muchacha,
pero en la realidad se ha dado que, de entre todas las opciones potenciales, él
eligió libremente casarse con la muchacha Y. De este modo, la omnisciencia
simplemente implica esto: que yo, al conocer todo lo real (en este ejemplo
hipotético), conozco que el joven realizará esa elección libre por el simple
hecho de que tal elección libre es un evento de la realidad. Punto, tan
sencillo como eso. Análogamente, pues, Dios conoce absolutamente todos los
actos, pensamientos y deseos que libremente surgen en el hombre (así como si
tal o cual será “rico” o “pobre”) sin que ello elimine la libertad. Conocer no
es lo mismo que determinar. Luego, no hay propiamente contradicción entre
Omnisciencia y libre albedrío.
Por: Dante A. Urbina
Fuente:
danteaurbina.com