Testimonio de Phillip Seeberg: las profecías bíblicas y la firmeza del pensamiento católico
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Phillip Seeberg/CHNetwork |
Phillip Seeberg
ha contado a CHNetwork
su testimonio de conversión desde su origen judío a la plena
fe católica, en versión escrita y también en un diálogo en vídeo.
Nació en 1960
y creció en el suroeste de Chicago en una familia de padres
judíos y un barrio de mayoría católica, descendientes de polacos e irlandeses.
"Yo no sabía la diferencia entre católicos y protestantes. De hecho, no
sabía nada del cristianismo, punto. Sabía que los cristianos creían
en Jesús, pero no sabía qué significaba eso ni sabía nada del Nuevo
Testamento", dice de su infancia.
Aunque su
familia iba a veces a una sinagoga más bien conservadora, en casa se
consideraban judíos reformados: no cumplían las normas kosher sobre
pureza y alimentos, ni la fiesta del sabbat. "Mis padres no sabían
hebreo ni asistían a los servicios religiosos, que eran mayoritariamente en
hebreo", recuerda. A él sí lo llevaban a la escuela hebrea los martes,
jueves y domingos durante 4 años.
"Y
mientras estudiaba para mi Bar Mitzvá también asistí a servicios religiosos los
viernes por la noche y los sábados por la mañana durante dos de esos
años". Celebró la ceremonia con 13 años, "el primero en mi
familia en más de 20 años. Dirigí casi todo el servicio del sábado por la
mañana".
Poco después,
su sinagoga se fusiono con otra, lejana. Ahora los oficios estaban a 5
kilómetros, acudir allí era muy incómodo y dejó de participar en la sinagoga.
Coche,
fiesta y alcohol en la universidad
Fue el primero
de su círculo de amigos en conseguir un coche (el viejo Chevelle de su padre) y
eso le hizo popular en las fiestas nocturnas. Lleva a sus amigos a patinar, al
cine, al béisbol... En su último año de educación secundaria ya bebía
demasiado, casi cada noche en verano.
Una noche de
verano de 1978 se dedicó con un amigo a conducir mientras disparaban
piedras con un tirachinas a las ventanas de los vecinos. La policía le
detectó y le detuvo una noche. Él mintió a sus padres asegurando no tener nada
que ver, y ellos le creyeron. "Eso solo me hizo sentir peor. No merecía su
apoyo. Estaba muy feliz de ir a la universidad ese otoño, porque no soportaba
mirar a mi madre a los ojos y mentirle".
Tras unos meses
en la universidad, viendo que sus padres habían contratado a un abogado
para que le defendiera, decidió contarles la verdad. Se llegó a un acuerdo
extrajudicial, pero la relación con sus padres quedó dañada un tiempo.
En el campus de
la Universidad de Illinois había bastante gente hablando de Dios por los
jardines y Phillip entendía que él debía poner orden en su vida. "Al
escuchar a los predicadores, me di cuenta de que mi conocimiento de
la Biblia era mínimo. Hablaban de
profecías cumplidas, pero yo no sabía nada de profecías. Intenté convencerme de
su autenticidad y de su inevitabilidad", recuerda.
"De
niño, me habían dicho que los judíos no creíamos en Jesús como el
Mesías, pero nunca me explicaron por qué. Desarrollé curiosidad por el
cristianismo", explica.
Escuchaba a los
predicadores de los jardines y patios de la universidad: era gratis y le
parecía divertido cuando la gente les abucheaba.
Nuevo
Testamento gratis, explorar la figura de Cristo
El Miércoles de
Ceniza de 1979, la organización cristiana Los Gedeones, que dejan biblias en
las habitaciones de hotel, repartió Nuevos Testamentos en el campus.
"Tomé uno. Como judío, nunca había leído el Nuevo Testamento y me
habría dado vergüenza comprar uno. Mi lado oscuro pensaba que podría
usarlo para burlarme de los predicadores. Pero por un tiempo, ni siquiera
lo leí".
Luego, un
conocido le recomendó empezar por el Evangelio de Juan. Y lo leyó. Le
pareció complejo y profundo y le llamó la atención Juan 5, 45-47: "No
penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en
quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a
mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos,
¿cómo vais a creer en mis palabras?"
Al curso
siguiente, le tocó un compañero de habitación que era un cristiano sincero. Un
predicador del campus le dejó una tarjeta con una frase curiosa: "Si tras
encontrarnos me olvidas, no has perdido nada. Si tras encontrarte con
Jesús lo olvidas, lo has perdido todo".
Por primera
vez, Phillip decidió consultar a Dios. "Comencé a orar a Dios
todos los días para que me mostrara el verdadero camino. Quería
ser un buen judío y comprender lo que decían las Escrituras. Yo le
rezaba al Dios del Antiguo Testamento. Me pregunté lo mismo que muchos judíos
del primer siglo: '¿Es este Jesús el Mesías profetizado?'".
Una
experiencia del Espíritu Santo
El 28 de agosto
de 1979 acudió a un encuentro de oración y estudio de la Biblia con uno de los
predicadores del campus. "Durante nuestras oraciones, sentí algo
así como una descarga eléctrica y no pude moverme. No sabía qué era
entonces, pero ahora creo que era el Espíritu Santo", recuerda. "La
noche siguiente me senté en medio del patio y oré unos 40 minutos,
pidiendo a Dios perdón y guía. Me invadió tal sensación de
satisfacción y paz que considero que esa fue la noche de mi conversión.
Jesús había venido a mí y yo lo había aceptado. La noche siguiente, me
bauticé en la piscina de un patio trasero".
¿Qué hacer
con la tradición judía?
Pero Phillip
ahora tenía que decidir qué aspectos de la tradición judía aún quería vivir o
aplicar, y cuáles pensaba que ya no se le aplicaban. Por ejemplo, ¿debía
acudir a los servicios judíos de Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío? ¿Y al Yom
Kippur, día de expiación de los pecados? "Después de reflexionar
y orar un poco, decidí que creía que mis pecados fueron perdonados por Jesús en
la cruz, y que no necesitaba asistir a esos servicios. Concluí que Rosh Hashaná
y Yom Kipur habían quedado obsoletos".
Visitando a su
familia en San Diego, sus padres encontraron que llevaba una Biblia en el
bolsillo. "Les dije que solo la estaba leyendo", detalla.
Pero poco después supieron que se había hecho cristiano. "Mis padres, en
shock, amenazaron con sacarme de la universidad, pero después de la primera
llamada, hablamos de la situación con calma, aunque un poco incómodos".
Phillip les
comentó que Jesús estaba profetizado en el Antiguo Testamento. Sus
padres pensaban que había un "Antiguo Testamento judío y otro cristiano
y le enviaron una Biblia judía, pero cuando Phillip la leyó comprobó
que eran prácticamente el mismo texto.
Peleas y
divisiones entre los cristianos
Poco después,
vio que varios grupos cristianos en los que participaba se habían enemistado.
"Empecé a tener serias dudas sobre Cristo y los grupos en los que
participaba. Se suponía que los cristianos debían ser amorosos, y la guerra de
palabras que presenciaba parecía ir en contra de todo lo que había aprendido
sobre la religión cristiana. Mi creencia en el cumplimiento de Cristo
de muchas de las profecías del Antiguo Testamento me impidió recaer en
mi origen judío, porque creía que las profecías debían cumplirse. Sin embargo,
la presión de intentar encontrar mi identidad religiosa, sumada a mi carga de
trabajo escolar, me hizo alejarme por un tiempo de toda afiliación religiosa".
Fue entonces,
en 1980, cuando conoció en la universidad a Lisa, que era católica, y
sería su novia y su esposa.
"Yo no
quería unirme a la Iglesia Católica, en parte porque mi futuro suegro, de
carácter firme, era un católico muy anticuado, y mi ego masculino no quería que
pareciera que me sometía a él", recuerda. Buscaba una iglesia
donde poder cantar a Dios, algo que siempre le acercó al Señor. Por
otra parte, en algunas iglesias protestantes veía poco fervor y le
parecían un mero evento social. Y veía iglesias que cedían ante el
mundo en temas que la Biblia claramente condena, como las prácticas homosexuales. Tampoco le
gustaban las iglesias que daban consejos sobre inversiones financieras.
El
catolicismo empezó a parecerle sensato y bien fundamentado. "Yo
estaba de acuerdo con el Papa Juan Pablo II en
la mayoría de los temas morales, y sentía que era muy importante que Lisa y yo
rindiéramos culto juntos. El padre de Lisa era católico, pero su madre
metodista. Por ello, Lisa nunca iba a la iglesia con su madre". Phillip
acompañaba a Lisa a una iglesia católica que celebraba algunas misas en
el gimnasio del colegio adyacente. "Yo disfrutaba del ambiente
sencillo de ese gimnasio. Debido a mi origen judío y a la prohibición de los
ídolos en esa fe, siempre me he sentido más cómodo adorando en un
ambiente sin adornos", señala hoy.
En 1988, en una
nueva parroquia, hizo el curso de iniciación cristiana para adultos y se
incorporó a la Iglesia Católica el 25 de marzo de 1989.
Los
"padres" y la Virgen María
Entre las cosas
que le inquietaron al principio estaba el mandato de Mateo 23,9: "No
llaméis padre a nadie en la tierra". Los católicos llamaban
"padre" a los sacerdotes. Tardó años en descubrir el
versículo siguiente: "Ni seáis llamados 'maestro', porque uno solo es
vuestro maestro, Cristo". "Nadie parece tener problemas en
llamar 'maestro' a otros. ¿No se refiere a 'padre' en la misma
línea?"
Hacia 1999 y el
año 2000 empezó a ir a más retiros y actividades de fe. En 2011, a través del
biblista converso Scott Hahn y sus libros, vio la relación
entre la Virgen María y el
Arca de la Alianza. "A través de esta lectura, desarrollé un
aprecio por ella que antes no tenía. También habló del Apocalipsis de una
manera completamente nueva que me abrió los ojos a su esencia. No es futurista,
sino eucarístico", descubrió.
También fue
creciendo su apreciación por la Eucaristía y la Confesión. "Podemos
llegar a ser santos como Él es santo (véase Levítico 19:2 y Mateo
5:48). Hay gracia suficiente incluso para ese cambio profundo, siempre
que sigamos caminando en amistad con Él", dice hoy Phillip.
Fuente: ReligiónenLibertad