Capítulo 37: DE LA PURA Y ENTERA RENUNCIA DE SÍ MISMO PARA ALCANZAR LA LIBERTAD DEL CORAZÓN
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Dominio público |
Jesucristo:
1. Hijo, déjate a ti y me hallarás a Mí. Vive
sin voluntad ni amor propio, y ganarás siempre. Porque al punto que te
renunciares sin reserva, se te dará mayor gracia.
El Alma:
2. Señor, ¿cuántas veces me renunciaré, y en qué
cosas me dejaré?
Jesucristo:
3. Siempre, y a cada hora, así en lo poco como en lo
mucho. Nada exceptúo, sino que en todo te quiero hallar desnudo. De otro modo,
¿cómo podrás ser mío y yo tuyo, si no te despojas de toda voluntad interior y
exteriormente? Cuando más presto hicieres esto, tanto mejor te irá; y cuanto
más pura y cumplidamente, tanto más me agradarás y mucho más ganarás.
4. Algunos se renuncian, pero con alguna
excepción no confían en Dios del todo, y por eso trabajan en mirar por sí.
También algunos al principio lo ofrecen todo; pero después, combatidos de
alguna tentación, se vuelven a sus comodidades, y por eso no aprovechan en la
virtud. Estos nunca llegarán a la verdadera libertad del corazón puro ni a la
gracia de mi suave familiaridad, si no se renuncian antes haciendo del todo
cada día sacrificios de sí mismos, sin lo cual no están ni estarán en la unión
con que se goza de mí.
5. Muchas veces te dije, y ahora te lo vuelvo a
decir: Déjate a ti, renúnciate y gozarás de grande paz interior. Dalo todo por
el todo: nada busques, nada exijas; está puramente y sin dudar en Mí, y me
poseerás. Serás libre de corazón y no te ofuscarán las tinieblas. Encamina todos tus esfuerzos, deseos y oraciones
al fin de despojarte de todo apego, para seguir así desnudo a Jesús desnudo,
morir para ti, y vivir para Mí eternamente. Entonces se desvanecerán todas las vanas
imaginaciones, las perturbaciones malas, y los cuidados superfluos. Entonces
también desaparecerá el temor excesivo y morirá el amor desordenado.
Fuente: Catholic.net