El apóstol Santiago es patrono de España. Así consta en la liturgia de hoy y en los libros de historia que no censuran lo católico.
Dominio público |
Cuando el Papa Francisco recibió el premio Carlomagno citó al escritor judío
Elie Wiesel, superviviente de un campo de concentración nazi, quien decía que
hoy es imprescindible «una transfusión de memoria». Memoria de la historia, de
nuestras raíces, de los orígenes. El Papa Francisco retoma esta idea para no
cometer los errores del pasado y para «tener acceso a los logros que ayudaron a
nuestros pueblos a superar positivamente las encrucijadas históricas que fueron
encontrando».
Hacer memoria de Santiago es reconocer que España no sería lo que es sin la fe que nos trajo y, con la fe, la cultura, el arte, el valor de la dignidad de la persona creada a imagen de Dios. En esto de hacer memoria, hoy se es muy selectivo. Se hace memoria de lo que interesa al pensamiento único y se olvida o se hace olvidar elementos esenciales que nos constituyen. La «amnesia de lo eterno» es parte de la desmemoria.
Cuando Jesús instituye la
eucaristía pide a los apóstoles que la celebren en «memoria suya». Esta
fórmula, de inspiración semita, no nos remite al pasado para recordarlo. Su
contenido es más profundo. Dios no necesita la memoria para tenernos siempre
presentes en su pensamiento. La memoria de Jesús es presencia de su amor
redentor, de su gracia, de su vivir en pura contemporaneidad con nosotros. Vive
junto a, con, entre nosotros.
España no pasa por su mejor momento, tampoco en lo que se refiere a la memoria
de la fe, anclada en los orígenes de nuestra conciencia como pueblo. No hace
mucho un parlamentario interpelaba a los católicos con la insolencia propia del
ignorante ridiculizando los dogmas de fe. Ninguno respondió a su retahíla de
despropósitos, aunque solo hubiera sido para explicarle la diferencia entre
metáfora y significado. ¿Habría pasado lo mismo si la interpelación hubiera sido
sobre otras «memorias» con categoría de leyes? ¿Son conscientes los católicos
de que creer significa confesar y confesar exige responder con la propia vida
como hizo Santiago?
Es verdad que en esta desmemoria, España no está sola. Europa la acompaña de forma culpable en el olvido de su patrimonio espiritual. Los Papas últimos han recordado a Europa su responsabilidad con los fundamentos que la constituyen como comunidad de pueblos, que deben mucho al camino de Santiago y a su sepulcro. La red de relaciones creadas por la fe se entiende bien desde la cultura que ha generado y que muchos pretender sepultarla en el olvido, como si la verdad pudiera morir y sus obras ser destruid.
Para recuerdo, antídoto de la desmemoria, el Papa Francisco hacía en el discurso aludido estas preguntas a Europa en un intento de despertarla de su ensoñación suicida: «¿Qué te ha sucedido, Europa humanista; defensora de los derechos humanos, de la democracia y de la libertad? ¿Qué te pasa Europa, tierra de poetas, filósofos, artistas, músicos, escritores? ¿Qué te ha ocurrido, Europa, madre de pueblos y naciones, madre de grandes hombres y mujeres que fueron capaces de defender y dar la vida por la dignidad de los hermanos?». Habría que escuchar a Santiago, cuando Jesús le preguntó si era capaz de beber su cáliz. Pero, ¿quién se acuerda de ese momento, de esas palabras, de ese desafío?
Obispo de Segovia.
Fuente: Diócesis de Segovia