Una iglesia cerrada le quita a la gente la oportunidad de visitar al Señor
Cuando era niño, mi padre solía llevarnos a mí
y a mis hermanos a dar un paseo en el auto cuando él llegaba del trabajo y
antes de que nos sentáramos a cenar. A menudo íbamos a nuestra iglesia
parroquial de camino a casa para hacer una oración.
¡Gracias
a Dios que la iglesia siempre estuvo abierta! Porque de esta manera, mi padre
me enseñó un hábito que más tarde me sería de gran ayuda cuando era un
adolescente: visitar a Jesús en el Santísimo Sacramento, especialmente cuando
lo necesitaba o en la tristeza o cuando algo bueno había sucedido.
Estaba
allí en la penumbra, con la lámpara roja del santuario parpadeando en la
distancia, tuve mis primeras experiencias religiosas, experiencias que me
llevaron a una amistad más profunda con el Señor en oración y un día a la
comprensión de que me estaba llamando al sacerdocio.
Cuando
era párroco, solía esforzarme para asegurar que la iglesia se mantuviera
abierta durante el día. También le pedía a los laicos que me ayuden con esto.
Lamentablemente,
sin embargo, en los últimos tiempos, muchas iglesias parroquiales están
cerradas con llave. En nuestra Diócesis, he estado alentando a nuestros
sacerdotes a no hacer esto porque una iglesia cerrada puede privar a los fieles
de la oportunidad de visitar al Señor y desarrollar su vida espiritual.
Obviamente,
estamos hablando aquí de las horas del día, y tenemos que ser prudentes con los
elementos en la iglesia para evitar darles a los ladrones oportunidades
innecesarias. Incluso si hay momentos en que una iglesia tiene que estar
cerrada, podría ser útil si hubiera un cartel cerca de la puerta que indique
cuáles son los horarios de apertura.
Nuestras
aseguradoras diocesanas reconocen que nuestras iglesias son lugares de culto y
santuario, y que es importante que permanezcan abiertas y accesibles para
todos. Las aseguradoras no interfieren ni influyen en el horario de apertura de
nuestras iglesias, ni esto tiene un impacto en nuestras primas de seguro.
Me
parece extraño que las iglesias anglicanas generalmente estén abiertas para que
la gente las visite, y a veces se encuentran en lugares muy remotos. ¡Sin
embargo, tienen dentro de sí elementos que son mucho más valiosos e históricos
que muchas de nuestras iglesias católicas!
Me
temo que la razón por la que muchas de nuestras iglesias están cerradas es por
apatía o por una «mentalidad de mantenimiento». Si fuéramos auténticos acerca
de la misión y el deseo de evangelizar, entonces reconoceríamos que nuestras
iglesias son vehículos de gran importancia para la evangelización,
especialmente para cualquier persona de cualquier fe, que practique o no, que
desee un momento de reflexión callada, que diga una oración en un momento de
angustia o necesidad, para buscar información sobre la fe católica o acercarse
al Señor.
Además, la investigación realizada por el Centro de Investigación
Allister Hardy identifica orar solo en una iglesia como un momento crucial para
la experiencia religiosa de muchas personas.
Tenemos
en nuestras iglesias el mayor tesoro de todos, Jesucristo en el Santísimo
Sacramento. ¿Por qué mantenerlo encerrarlo lejos de su pueblo? De hecho, me
atrevo a decir que no tenemos derecho a hacer esto.
Fuente:
Catholic Herald/InfoCatólica