En un post en X, Francisco recuerda la solemnidad del Corpus
Christi, que se celebra en el Vaticano hoy, 30 de mayo. El 2 de junio, el
Pontífice presidirá la misa en la catedral de San Juan de Letrán
Vatican Media |
«La Eucaristía es la respuesta de Dios al hambre más profunda del corazón
humano, al hambre de vida verdadera: en ella Cristo mismo está realmente en
medio de nosotros para nutrirnos, consolarnos y sostenernos en el camino». A
través de su cuenta @Pontifex en nueve idiomas y con millones de seguidores en
las redes sociales X, el Papa Francisco recuerda la solemnidad del Corpus
Christi, que en el Vaticano y también en otros países se celebra hoy, 30 de
mayo.
En el espacio de un post, el Pontífice exalta el valor infinito de la
Eucaristía como comunicación directa entre Dios y el hombre, vinculándolo al
concepto del hambre. Ya en su homilía del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
de 2020, en San Pedro, el Papa subrayó que la Eucaristía «nos levanta de
nuestro cómodo sedentarismo y nos recuerda que no somos solamente bocas que
alimentar, sino también sus manos para alimentar a nuestro prójimo. Es urgente
que ahora nos hagamos cargo de los que tienen hambre de comida y de dignidad,
de los que no tienen trabajo y luchan por salir adelante. Y hacerlo de manera
concreta, como concreto es el Pan que Jesús nos da. Hace falta una cercanía
verdadera, hacen falta auténticas cadenas de solidaridad. Jesús en la
Eucaristía se hace cercano a nosotros, ¡no dejemos solos a quienes están cerca
nuestro!», animaba el pontífice.
Las celebraciones de años anteriores
Hambre, pero también sed: en su homilía de 2021, el Papa subrayaba para
celebrar la Eucaristía «es preciso reconocer, antes que nada, nuestra sed de
Dios: sentirnos necesitados de Él, desear su presencia y su amor, ser
conscientes de que no podemos salir adelante solos, sino que necesitamos un
Alimento y una Bebida de vida eterna que nos sostengan en el camino. El drama
de hoy ―añadía el Papa- es que a menudo la sed ha desaparecido. Se han
extinguido las preguntas sobre Dios, se ha desvanecido el deseo de Él, son cada
vez más escasos los buscadores de Dios. Dios no atrae más porque no sentimos ya
nuestra sed profunda. Pero sólo donde haya un hombre o una mujer con un cántaro
de agua —pensemos en la Samaritana, por ejemplo (cf. Jn 4,5-30)— el Señor se
puede revelar como Aquel que da la vida nueva, que alimenta con confiada
esperanza nuestros sueños y nuestras aspiraciones, presencia de amor que da
sentido y dirección a nuestra peregrinación terrena.
Misa del 2 de junio en San Juan de Letrán
El 2 de junio, a las 17:00 horas, el Papa Francisco celebrará el Corpus
Christi en la catedral de San Juan de Letrán, seguida de la tradicional
procesión por la Vía Merulana hasta Santa María la Mayor y de la bendición
eucarística. El Pontífice argentino retoma así la tradición inaugurada por Juan
Pablo II y continuada por Benedicto XVI, que participó en la procesión en un
coche-altar con ostensorio, que siguió en 2013, año de su elección.
En 2014, 2015 y 2016, Francisco no participó en la procesión, pero celebró
la misa y después impartió la bendición eucarística en Santa María la Mayor. En
2017, el Pontífice decidió en cambio celebrar el Corpus Christi en domingo para
favorecer una mayor participación de los fieles. En 2018, el cambio de
ubicación, recuperando una práctica que parecía remontarse a Pablo VI, quien a
partir de 1965 celebró varias veces la solemnidad en barrios nuevos y
marginales de la Urbe. Ese año, de hecho, la celebración del Papa tuvo lugar en
Ostia, en la plaza frente a la parroquia de Santa Mónica.
En 2019, en cambio, Francisco celebró el Corpus Christi, también en
domingo, en el cementerio de la iglesia de Santa Maria Consolatrice, en
Casal Bertone, una zona ligada a la historia de los bombardeos de la capital
durante la Segunda Guerra Mundial. En 2020 y 2021, con motivo de la pandemia de
Covid-19, la misa se celebró (siempre en domingo) en la basílica de San Pedro.
En cambio, en 2022, cuando se recuperaba de su hospitalización en el Gemelli, y
en 2023, debido a «limitaciones impuestas» por dolores en la rodilla, el Papa
no presidió ninguna liturgia.
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