Los bancos de
alimentos españoles están viviendo estos días una actividad creciente debido a
la crisis económica que ha provocado el confinamiento. Cada vez llama más gente
pidiendo ayuda y no consiguen llegar a satisfacer todas las necesidades
Vista general del Banco de Alimentos de Madrid.
Foto: Banco de Alimentos de Madrid
|
«Estamos ahora
mismo en la misma situación que tuvimos en el pico de la crisis de 2008. Y
hemos llegado hasta aquí en solo mes y medio, cuando aquello fue más lento.
El
confinamiento ha destapado la situación de muchas personas que vivían en la
economía sumergida y de muchos que vivían al día, personas que han visto
eliminados todos sus ingresos y no tenían un colchón para afrontar esta
crisis», afirma Gema Escrivá de Romaní, directora general del Banco de
Alimentos de Madrid, el gran mayorista de las entidades benéficas
que trabajan en la capital de España y sus alrededores.
Escrivá cuenta
que durante este mes y medio ha aumentado significativamente el número de
asociaciones que han demandado la ayuda del banco, hasta el punto de no poder
dar respuesta a todas ellas; ya hay 40 entidades en lista de espera.
Esto se suma a
la política tradicional del Banco de Alimentos de Madrid de no atender el 100 %
de las necesidades de cada entidad, para evitar que dependan única y
exclusivamente de esta institución. Pero ahora el panorama ha cambiado y las
asociaciones no encuentran otra manera de cubrir la totalidad de sus
necesidades más que descolgando el teléfono y llamando al banco.
Un termómetro
de la situación
«No tenemos
suficientes alimentos para todos», lamenta Gema Escrivá de Romaní. «Estamos
llegando ahora mismo a 190.000 personas, un 50 % más que antes del
confinamiento, por lo que nos vemos obligados a doblar el número de kilos que
tenemos que distribuir».
«Los datos son
bestiales», reconoce, a lo que se suma todo el feedback que les
llega de las entidades a las que ayudan: «Las asociaciones que reparten
alimentos nos dicen que están al límite por la cantidad de familias nuevas que
llegan. Y en los comedores hay hasta dos horas de espera para poder entrar y
colas kilométricas».
En este
sentido, hay «zonas más calientes», como Vallecas, Carabanchel, Ciudad Lineal,
Tetuán o Usera, barrios de Madrid en los que se concentra una mayor cantidad de
inmigrantes y de personas que viven al día, «pero también nos están entrando
muchas peticiones de las zonas norte y este, donde supuestamente hay un mayor
poder adquisitivo».
Otro fenómeno
totalmente novedoso es el aumento de las llamadas particulares de gente anónima
que necesita ayuda –unas 1.300 peticiones diarias–, «un termómetro de lo que
está pasando, porque nosotros no repartimos comida directamente a los
beneficiarios, sino a las entidades de ayuda. Estas personas vienen derivadas
de los servicios sociales, porque están abrumados ante tanta necesidad, y las
meten en nuestro circuito».
¿De dónde
procede toda esa cantidad de alimentos que reparten a diario desde el Banco de
Alimentos? «Estamos recibiendo muchas donaciones, pero son insuficientes para
que podamos regularizar nuestras existencias», afirma Escrivá de Romaní. «En
nuestro almacén, ahora mismo, sale más de lo que entra».
Para hacer
frente a esta demanda, llegan donaciones puntuales de empresas y particulares
que «se están volcando con nosotros». Por eso, en las últimas semanas han
desarrollado la Operación Kilo COVID-19, con el objetivo de reunir 1.000
toneladas de alimentos, pero «es difícil prever lo que se nos viene encima.
Esto está empezando todavía».
De ahí que, a
la hora de preguntar por un posible apoyo institucional, la directora general
responda que, «de momento, estamos en conversaciones con la Comunidad de Madrid
y con el Ayuntamiento, y les estamos haciendo saber la situación que tenemos».
Una labor «más
necesaria que nunca»
600 kilómetros
al noreste, en Barcelona, la otra zona más castigada por la pandemia y por la
crisis económica y social, el panorama es similar. El Banco de Alimentos de la
Ciudad Condal está ahora mismo repartiendo un 30 % más de género que el año
pasado por estas fechas, y las consultas telefónicas se han multiplicado por
cuatro durante el confinamiento.
«Están
convergiendo dos factores», explica Lluís Fatjó-Vilas, su director. «Por un
lado, las entidades están repartiendo más comida que antes. Por otro, hay
asociaciones, más de 30, que normalmente se dedican a otro tipo de ayuda, pero
ahora han contactado con nosotros para poder atender las necesidades básicas de
la gente a la que asisten».
En Barcelona,
el 50 % de las ayudas del banco está destinada a las Cáritas parroquiales, el
20 % a la Cruz Roja, y el resto a otro tipo de entidades, hasta sumar 310
asociaciones. «A nosotros esta crisis nos ha cogido bien preparados», cuenta
Lluís. «Ya trabajábamos en remoto y eso operativamente nos ha permitido estar
dando respuesta desde muy pronto». Además, asegura, «hicimos de inmediato una
llamada a la solidaridad y tuvimos una reacción muy buena de la gente».
El Banco de
Alimentos de Barcelona ha recibido «mucha financiación para la compra de
alimentos, a lo que se suma una respuesta muy positiva de fabricantes, que nos
han hecho donaciones muy importantes». «También ha habido microdonaciones de
restaurantes y hoteles que nos han dado su género porque no están operativos, y
también nos ha llegado la ayuda de varias fundaciones».
A día de hoy
son 118.000 personas al mes las que comen gracias al Banco de Alimentos
barcelonés. «Hay una gran cantidad de gente que nos llama, entidades y
particulares, lo que nos da una idea de todo el drama que hay detrás de la
crisis, con historias horribles», señala Lluís Fatjó-Vilas, por lo que concluye
que la labor de los bancos de alimentos en España «es más necesaria que nunca».
Una «situación dramática» en toda España
En toda España
funcionan 54 bancos de alimentos, agrupados en la Federación Española de Bancos
de Alimentos (FESBAL). El año pasado, FESBAL repartió casi 145 millones de
kilos de comida que llegaron a más de un millón de personas –310.000 familias–
a través de una red de 7.216 instituciones benéficas –el 20 % de ellas,
comedores sociales–, que trabajan con 3.211 voluntarios.
Este año, «la
crisis del coronavirus nos ha puesto en una situación difícil y compleja»,
afirma Ángel Franco, director de comunicación de FESBAL. «Por una parte,
nuestros voluntarios son jubilados o prejubilados en su mayoría y, por tanto,
población de riesgo. Debido a esto, hemos tenido que reducir nuestros efectivos,
por lo que los bancos de alimentos han funcionado de forma extraordinaria con
menos personas». «Algunos han tenido que contratar personal; otros han
trabajado con servicios mínimos para atender las emergencias, y algunos incluso
se vieron obligados a cerrar en las primeras semanas del Estado de alarma,
aunque luego se han reactivado para atender aquellas llamadas urgentes»,
explica Franco.
A día de hoy
los bancos han repartido ya buena parte de los alimentos procedentes de la Gran
Recogida prenavideña (21 millones de kilos) y los alimentos de la primera fase
del FEGA –al que contribuye en un 80 % la Unión Europea y en un 20 % el
Ministerio de Agricultura–, unos 16,5 millones de kilos. Por eso, han tenido
que hacer llamamientos para conseguir alimentos, «ya que están en situación de
mínimos, al tener suspendidas las operaciones de captación de alimentos
presenciales en tiendas, comercios y supermercados por el Estado de alarma»,
dice Franco. Además, «se han cancelado otras entradas de alimentos de la industria
alimentaria, tradicionales en esta época del año, por lo que estamos pidiendo
ayudas económicas para poder comprar y distribuir comida».
Para el
director de comunicación, «estamos en una situación dramática, y con el temor
de que los próximos meses sea aún peores y volvamos a cifras de beneficiarios
similares o superiores a las de la última crisis económica del 2008, cuando
atendimos a más de millón y medio de personas necesitadas».
Juan Luis
Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y
Omega