El periodista Jesús
García acaba de presentar el documental Hospitalarios, las manos de la
Virgen, rodado gracias a una campaña de crowdfunding
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Fotograma de la película. Foto: Bosco Films |
«Todo el mundo debería ir a
Lourdes con alguna hospitalidad, acompañando a enfermos, al menos una vez en la
vida». Esta es la convicción del periodista Jesús García, que acaba de estrenar
el documental Hospitalarios, las manos de la Virgen.
«A mí es un tipo de
voluntariado que no me atraía; de hecho, me cuesta mucho», confiesa el autor de
libros como Medjugorje y ¿Qué hace una chica como tú
en un sitio como este?. «Pero tengo amigos muy perseverantes que van todos
los años a las peregrinaciones con enfermos. Y yo, que había estado varias
veces en el santuario, descubrí que la cosa cambia totalmente. Es como ir al
Museo del Prado sin guía o con guía». Pues bien, «los enfermos son los guías de
Lourdes».
Para sumergirse en esta
experiencia es necesario dejar atrás algunos prejuicios. Uno de ellos es la
estética que envuelve a las peregrinaciones. «Los uniformes son terribles. Vas
sin conocer ese mundo y te encuentras con unos tíos que visten muy raro y con
unas chicas disfrazadas de enfermeras de época… Pero te vas metiendo y vas
entendiendo que todo tiene su sentido. Son tradiciones heredadas de padres a
hijos, aunque no lo definiría en absoluto como algo endogámico; esto está
abierto a cualquiera».
El segundo «malentendido»
tiene que ver con los milagros. «Existir, existen. Están documentados», dice
García. «Pero si vas a Lourdes con la expectativa de que un enfermo se cure
seguramente te vas a llevar un chasco. El milagro que sí puedes ver, y además a
millones, es de otro tipo. Uno de los protagonistas del documental, Antonio, es
un tetrapléjico que solo mueve la cabeza y el dedo pulgar. Le pregunté por qué
volvía a Lourdes si no se había curado. Y me respondió: “Yo sí me he curado”.
Insistí: “Es evidente que no, estás hecho polvo…”. Y él me dijo entonces: “Me he
curado por dentro, que me hacía mucha más falta”».
Fue una de las primeras
lecciones que recibiría de Antonio. Vendrían muchas otras, también de otros
enfermos. «Son pozos de sabiduría. Rara vez se le tienen en cuenta, pero han
acumulado una experiencia de vida impresionante, y ante algún problema son
ellos los que te pueden dar las respuestas más acertadas».
También en cuestiones de
fe. «Lourdes, de por sí, es un lugar de gracia. Pero a mí lo que más me impactó
fue encontrarme con estas historias de dolor y sufrimiento, y la fe, la
esperanza y el amor con que ellos las afrontan. Esto es algo que se toca las
manos». Incluso aunque, paradójicamente, «la primera vez que van muchos no lo
hacen primeramente por una motivación religiosa: simplemente se los llevan de
excursión. Pero después tienen un encuentro con Dios impresionante. Y esa
experiencia te la transmiten a ti de forma automática».
A ellos les dedica Jesús
García esta película. «No es una documental para creyentes, sino para gente que
tiene a un enfermo en su casa, para las personas que los cuidan, para quienes
los acompañan… Quería que descubrieran que hay lugares de esperanza y de
misericordia, a pesar de la dureza de la situación que les ha tocado vivir.
Quería contarles que hay lugares, como Lourdes, de los que uno vuelve mejor de cómo
fue».
El guion del documental lo
fueron marcando las personas entrevistadas, enfermos y voluntarios. «Lo difícil
fue dejar fuera horas y horas valiosísimas de grabación, pero todo no cabía»,
cuenta el director.
Otro reto importante fue
conseguir la financiación, 150.000 euros, que, «para un proyecto de estas
características, es como ir a la guerra con una pistola de agua». García
recurrió al crowdfunding, a pequeños donativos de «amigos de amigos
y familiares» dispuestos a «apostar por una película que transmite valores».
También se encontró muchas
puertas cerradas. «Creo que los católicos todavía no hemos terminado de
entender –lamenta– que tenemos que estar presentes en la cultura, y hoy eso
pasa por los medios audiovisuales».
Ricardo Benjumea
Fuente: Alfa y Omega