El 2 de abril de 2005 regresaba a la Casa del Padre Karol Wojtyła, el Papa polaco que gobernó la Iglesia durante casi 27 años de pontificado
Mucho
se podría decir sobre esta figura tan incisiva del Siglo XX no sólo para la
Iglesia sino para el mundo, puesto que acompañó las vicisitudes de pueblos y
naciones, de familias y ancianos, sin olvidar a los jóvenes. Con ellos se puede
decir que mantuvo a lo largo de esos decenios una relación entrañable, que
queda grabada en la memoria de quienes vivieron tantas experiencias con él
personalmente o a través de las imágenes ofrecidas por los medios de
comunicación.
Juan Pablo II fue el 264° Papa de la
Iglesia Católica. Tras iniciar su largo pontificado en 1978 – el suyo fue el
tercero más largo de la historia – falleció un día como el de hoy del año 2005.
Tan
grande fue su carisma e influencia que muchos de los niños nacidos en aquella
época hoy llevan su nombre. San Juan Pablo II murió en la víspera del Domingo
de la Misericordia, fiesta que él mismo había establecido habiendo sido hijo
espiritual de Santa Faustina Kowalska – la joven religiosa y mística polaca de
la orden de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia – mundialmente
conocida y cuyo santuario se encuentra a pocos pasos de la Ciudad del Vaticano.
En
efecto, Juan Pablo II la canonizó el 30 de abril del año 2000, día en el que
también instituyó esta fiesta de la Divina Misericordia.
Ya
en los días inmediatamente precedentes a su solemne funeral la Ciudad de Roma
se vio invadida por una multitud de sencillos fieles que acampaban al aire
libre con tal de estar ahí, de pasar en procesión ante sus restos para un último
saludo. Y de hecho asistieron también más de setenta jefes de Estado y de
Gobierno, junto a príncipes y otras autoridades mundiales.
Y
todos recuerdan el viento de aquel día que movió las páginas del evangelio
colocado sobre su ataúd en una Plaza de San Pedro conmovida y en silencio.
Pocas
horas antes de fallecer pidió que lo dejaran ir a la Casa del Padre. También se
supo gracias al Cardenal Stanisław Dziwisz, secretario personal suyo, que
durante los días anteriores a su fallecimiento Juan Pablo II escuchaba las
oraciones de la multitud que se reunía en la Plaza de San Pedro en aquel tiempo
para velar por él.
La
congoja de los fieles alcanzó su punto máximo cuando impartió su penúltima
bendición desde la ventana de su estudio con aquel conmovedor, y fallido,
intento de pronunciar algunas palabras. Volvería a asomarse a la ventana el 30
de marzo para bendecir a la gente por última vez. Allí se comprendió que se
trataba de la última aparición pública del largo y doloroso Vía Crucis con que
concluyó su vida la noche de aquel 2 de abril. Eran las 21.37 horas.
El
Papa Benedicto XVI lo beatificó el 1° de mayo de 2011 y el Papa Francisco lo
canonizó el 27 de abril de 2014 junto a San Juan XXIII.
María
Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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