“El amor por todos anima la vida de los monjes y se expresa en su oración de intercesión"
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En la audiencia general el Papa prosigue su catequesis sobre los
testimonios del celo apostólico, citando en particular el ejemplo del santo
armenio Gregorio de Narek, y describe el ejemplo de oración y trabajo cotidiano
de las comunidades monacales: el suyo es "un corazón que capta como una
antena, toma lo que sucede en el mundo y reza e intercede por él"
Con su oración ayudan al anuncio
del Evangelio y, renunciando "a sí mismos y al mundo para imitar a Jesús
en el camino de la pobreza, la castidad, la obediencia y para interceder a
favor de todos", ellos también dan testimonio del celo apostólico. Son los
que eligen el monacato. El Papa Francisco, en la catequesis de la audiencia
general, explica que su testimonio, como el de san Pablo y los mártires,
descritos en semanas anteriores, "atraviesa la historia de la fe".
Pero surgen preguntas: “¿cómo puede la gente que vive en un monasterio ayudar
al anuncio del Evangelio? ¿No sería mejor que usaran sus energías en la misión?”
Los monjes son el corazón
palpitante del anuncio: su oración es oxígeno para todos los miembros del
Cuerpo de Cristo, es la fuerza invisible que sostiene la misión. No es
casualidad que la patrona de las misiones sea una monja, santa Teresa del Niño
Jesús.
El ejemplo de san Gregorio de Narek
Ese amor que la monja carmelita
de Lisieux identificó como el único impulso a la acción de los miembros de la
Iglesia es el que nutre a todos los monjes, aclara Francisco.
Los contemplativos, los monjes,
las monjas: gente que reza, trabaja, reza, en silencio, por toda la Iglesia. Y
esto es el amor: es el amor que se expresa rezando por la Iglesia, trabajando
por la Iglesia, en los monasterios.
“El amor por todos anima la vida
de los monjes y se expresa en su oración de intercesión", continuó el
Pontífice.
Al respecto quisiera traerles
como ejemplo a san Gregorio de Narek, doctor de la Iglesia. Es un monje
armenio, que vivió entorno al año 1000, que nos ha dejado un libro de
oraciones, en el cual se ha derramado la fe del pueblo armenio, el primero en
abrazar el cristianismo; un pueblo que, aferrado a la cruz de Cristo, ha
sufrido tanto a lo largo de la historia.
Los monjes y monjas
son una reserva en el corazón de la Iglesia
De San Gregorio, que pasó casi
toda su vida en el monasterio de Narek, el Papa destaca la capacidad de
"escrutar las profundidades del alma humana", "la solidaridad
universal de la que es intérprete", la constante oración de intercesión
por todos los hombres.
"El ofrece-oración de todo
el mundo", recuerda el Papa, evidenciando aquel vivir "en unión con
todos" del monje armenio, que imploraba misericordia para todos, partiendo
de las miserias del hombre, que no veía en los demás, "sino sobre todo en
sí mismo". Francisco señala que también existe una solidaridad universal
entre todos los monjes y las monjas, que su intercesión y su trabajo diario son
un puente de intercesión y que sus corazones rezan e interceden por todos,
porque "toman sobre sí los problemas del mundo".
Nos hará bien visitar algunos
monasterios, porque allí se reza y se trabaja. Cada uno tiene su propia regla,
pero allí sus manos están siempre ocupadas. Ocupadas con el trabajo y con la
oración. Que el Señor nos dé nuevos monasterios, nos dé monjes y monjas que
lleven adelante la Iglesia con su intercesión.
Tiziana Campisi - Ciudad del
Vaticano
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